cine

La obra maestra del cine de acción que inspiró Kill Bill

Antes de Kill Bill, hubo una película japonesa que lo cambió todo. Esta joya del cine de acción es una obra maestra visual y narrativa que todo cinéfilo debe conocer.

Meiko Kaji protagoniza la obra maestra japonesa, Lady Snowblood (1973).

Meiko Kaji protagoniza la obra maestra japonesa, Lady Snowblood (1973).

Tōhō

Hablar de violencia gráfica en el cine es hablar de Quentin Tarantino, el director que creó todo un universo cinematográfico solo a partir de su amor por las películas. Como él mismo dice con frecuencia: “No fui a una escuela de cine. Fui al cine”.

Su filmografía está repleta de títulos provocadores y estilizados como Pulp Fiction, Bastardos sin gloria, Los ocho más odiados y su taquillero homenaje a Hollywood, Érase una vez en… Hollywood. Pero si hay una película que demostró que el cineasta venía con todo, fue Kill Bill.

Con un presupuesto de apenas 30 millones de dólares, recaudó más de 180 millones en todo el mundo. Sin embargo, mucho antes del icónico mono amarillo de Uma Thurman y la espada Hattori Hanzo, existió Yuki Kashima, la protagonista de Lady Snowblood.

Estrenada hace 52 años, en 1973, la obra maestra de Toshiya Fujita no solo inspiró Kill Bill, sino que le dio rostro y nombre a la idea de justicia brutal, dejando una marca imborrable en generaciones de cineastas.

Si el público quedó fascinado por la violencia estilizada y la intensidad emocional de Kill Bill, lo que vieron fue la sombra de Lady Snowblood. Pero reducir esta película a una simple inspiración sería una injusticia: su representación del enojo femenino y su belleza visual merecen reconocimiento propio.

Protagonizada por Meiko Kaji, Lady Snowblood no solo inspiró un clásico de culto. Es un clásico de culto.

¿De qué se trata Lady Snowblood?

Lady Snowblood (2).jpg
Meiko Kaji interpreta a Yuki Kashima en Lady Snowblood.

Meiko Kaji interpreta a Yuki Kashima en Lady Snowblood.

La historia se sitúa durante la era Meiji, un periodo de profundas transformaciones en Japón. Mientras el país se modernizaba y las estructuras tradicionales colapsaban, surgían movimientos de rebeldía. Fujita usa a Yuki como símbolo de ese cambio: una mujer que recupera su agencia en una sociedad patriarcal.

La representación de la rabia femenina se vuelve crucial. A diferencia de la rabia masculina (que el cine suele glorificar como heroica), la ira de Yuki nace del dolor heredado. Ella no vivió las violencias que sufrió su madre, pero fue concebida con un solo fin: vengar. Desde niña supo que su existencia tenía una misión, y su origen está marcado por el sufrimiento.

Embed - Lady Snowblood - Trailer V.O Subtitulado ING (1)

Durante décadas, el cine ha tratado la ira femenina como locura. Una mujer enojada era ridiculizada, mientras que un hombre enojado era admirado. Lady Snowblood anticipó muchas películas actuales que exploran estas temáticas sin caer en clichés. Títulos como Lady Vengeance de Park Chan-wook, Revenge de Coralie Fargeat, o la más reciente Promising Young Woman, tienen una deuda con Yuki.

Kazuo Koike, autor del manga original, dijo: “Había creado muchos asesinos, pero ninguno era mujer. Quería crear una mujer demoníaca. Japón era un país fuerte en aquella época, pero las mujeres ni siquiera podían votar. Quise crear a una mujer hermosa y poderosa en ese mundo… alguien que hiciera del acto de matar un arte”.

Lady Snowblood inspiró a toda una generación de cineastas

Lady Snowblood (1).jpg
Lady Snowblood inspiró a Tarantino para hacer Kill Bill.

Lady Snowblood inspiró a Tarantino para hacer Kill Bill.

La secuencia de apertura de Lady Snowblood ya establece el tono de la película: una prisión de mujeres en el séptimo año de la era Meiji, en Tokio. Una mujer da a luz entre gritos de dolor. El bebé, envuelto en una manta blanca, llora, y la madre le dice: “Yuki... naciste para vengarte. Pobre niña… una hija del inframundo”. Esa frase es el núcleo de toda la historia.

Yuki nace con un propósito: vengar a su madre. Ella muere tras el parto, y el mundo de nieve que vemos a través de la ventana da paso a la imagen de Yuki ya adulta, caminando con un kimono blanco bajo una tormenta, ocultando una espada en su sombrilla morada.

Lo que sigue es sangre, peleas con espadas y mucha violencia… pero aquí es donde Lady Snowblood se diferencia. La violencia se muestra como una coreografía poética; cada golpe, cada tajo, está cargado de intención. Yuki no mata por matar. Cada víctima es una pieza más del rompecabezas que compone su misión de venganza.

Meiko Kaji se adueña del personaje con una intensidad absoluta. Fue su interpretación la que fascinó a Tarantino, quien tomó inspiración directa de ella para crear a La Novia (interpretada por Uma Thurman) en Kill Bill.

En una entrevista de 2009 el cineasta comentó: “Hay dos personajes que interpretó la actriz japonesa Meiko Kaji. Uno fue Scorpion, en varias películas, y luego hizo un gran filme de venganza samurái llamado Lady Snowblood. [La Novia] podría ser ese personaje”.

Pero la influencia del filme va más allá de Tarantino. El cine japonés tiene una rica tradición con nombres como Kurosawa o Ozu, cuyas películas son esenciales en cualquier clase de historia del cine. Aunque Lady Snowblood no tiene el mismo peso académico, su propuesta radical (centrar la historia en una mujer guiada por la venganza) fue revolucionaria.

Una estética visual revolucionaria

Lady Snowblood (3).jpg
Lady Snowblood (1973).

Lady Snowblood (1973).

Más allá de su poderosa narrativa, Lady Snowblood es una película visualmente deslumbrante. Su lenguaje estético fue revolucionario y altamente influyente. El concepto de “violencia estilizada” debería llevar el nombre de esta cinta como ejemplo principal.

Planos icónicos como la silueta de Yuki contra el paisaje nevado han sido replicados una y otra vez. El director de fotografía, Masaki Tamura, utilizó cámara en mano para capturar los movimientos de los personajes. Las tomas exteriores se combinan con una paleta de colores pensada para contrastar belleza y brutalidad.

En el clímax, cuando Yuki logra su venganza, está bañada en sangre, su kimono blanco manchado de rojo. El blanco representa la pureza y feminidad; el rojo, la furia y la justicia. Es una escena tan simbólica como impactante, que refleja la influencia del arte y el teatro japonés.

Incluso 52 años después, Lady Snowblood sigue siendo relevante y sigue inspirando a cineastas de todo el mundo.